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Renglones Torcidos

San Valentín

San Valentín

El día de los enamorados. El día en el que ese ardor bioquímico de las endorfinas que suscita temblor, atolondramiento, insomnio, se instala en las endulzadas cabecitas de los tortolitos. Un día, pues, en el que todo es menos malo, las calles son rosas y los árboles tienen el color de piruleta roja con sabor a fresita. Los policías parecen saludar al paso de la cabalgata del amor, perchados en sus elegantes uniformes mientras despachan a los contrayentes con hurras y vivas, en lugar de los tan poco románticos ¡venga circulen!. Es el Día Nacional de los Suspiros: cuando recibes un sms en el que pone en grandes letras Tqm, grcs x acrme tn fliz; cuando tu pareja te regala la típica caja roja de Nestle, mientras obsequias a tu paladar con el extraordinario y cremoso sabor del chocolate suizo (o belga); cuando te sorprendes a ti mismo/a con una sonrisa bobalicona en la cara recordando aquellos primeros momentos de la relación (sí, sí, cuando le querías de verdad)…

 

Como ya he dicho, ese ambiente perfumado que sube y baja por las avenidas, no solo afecta a los enamorados; los comercios también se aferran a él. ¡Ay que haría El Corte Inglés sin su San Valentín: sorprende a tu pareja! Probablemente inventarse el día de los separados, el día de los cuernos o el día de los solteros (Regálate lo mejor, porque nadie te quiere tanto como tú).

 

Resulta que estos grandes almacenes encargados, entre otras cosas, de dar comienzo a las estaciones y a las Navidades (erigiéndose en el nuevo Dios del siglo XXI), son también los que nos dicen qué día tenemos que querer a nuestra pareja y lo más importante! Cuánto la tenemos que querer, es decir, cuánto nos vamos a gastar en su regalo.

 La verdad es que tengo muy poquita credibilidad en este tema porque soy un consumista empedernido y convencido, pero hay cosas que es necesario que nuestros lectores sepan. No existe un día concreto en el que hay que sacar de ese repertorio ñoño que guardamos en lo más profundo de nosotros, todas esas cursiladas del tipo churri, cari, amorcito, mi bebé

Odio las cursiladas y odio el azúcar glass que desprenden todas esas palabras (no digo yo que a veces vengan bien). Lo que hay que reivindicar es un amor más maduro y en el que no haga falta llegar al 14 de febrero para soltar estos pasteles en forma de palabras. El amor es algo que hay que cuidar y hacer valer día a día en cuestiones tan frías y tan poco alejadas del romanticismo como un resfriado con mocos o un paseo a la luz de la luna, una cena romántica escuchando a Percy Sledge, una carta diciendo lo mucho que la quieres, un osito rosita que ponga Te Amo…Dios, me estoy contagiando. 

Pensándolo mejor, cuidad de vuestra pareja, que es lo mejor que uno tiene, y hacedlo de la forma que más os guste; hacedle arrumacos si queréis, caricias, besitos, lametazos o chupones. Pensad, de todas formas, que el amor es eterno mientras dura y no dejéis que El Corte Inglés guíe vuestros sentimientos! Sed libres, cread y cultivad el amor y recordad, como dice Antonio Gala, “el amor no se dice, sólo se hace”. Cuidado con los bombones.  

Os quiere mucho (y sobre todo a ti, mi churri cariñin): Cristian

 

3 comentarios

shorsh -

Apoyo el texto de Cristian, que leí mientras tomaba una de esas Fantas de 1500 Euros, pero ya sabes que se puede, Cris. Jajaja.

Un saludo para Cristian desde Shorshtown. Pronto hablaremos, jaja. Chau

Anónimo -

weno x lo mnos ste no es d politica jajaj joe m gusta cmo scribs ee y mas cuando no ablas de lo otro k as escrito xk no m ntero d la mitad jaja


Irati -- su ermana --

silvia -

humildemente de acuerdo en todo chirstian, jeje.