Hotel NH Villa de Bilbao
Queda inaugurada la nueva miniserie de crónicas gastronómicas, que no tiene más fin que el de alertar a la población del placer que provoca un buen desayuno tipo buffet. Y es así amigos, soy un apasionado de los desayunos (siempre en buffet, muy alejados de los típicos Korn Flakes matutinos). Por todo ello he tomado la decisión de catar todos los buffetes de los hoteles que invaden nuestra villa y corte.
Unos hoteles que por cierto, han surgido cuales setas en otoño, tras el boom que supuso el Guggenheim en Bilbao. Unos hoteles que se llevan la palma en lo tocante a modernidad, confort, funcionalidad y zen spirit. Me encanta el Sheraton, el Hesperia Bilbao (el de colores) y el Miró Hotel. Pero dada la cercanía del Villa de Bilbao con Radio Euskadi, y dado que llevaba sin dormir 24 horas, y dado que tenía fotofobia y necesitaba gasolina...decidí adentrarme en ese mundo de ejecutivos y demás gente trajeada que suelen poblar los hoteles urbanos.
Nada más entrar, un amable camarero respondió a mi ansia por probar delicias ovíparas, y presto y dispuesto (con mi traje, gafas de sol y cara de no haber dormido) me dirigí al comedor especial para huéspedes. Nada más entrar otro amable camarero te pregunta qué deseas (se me ocurrieron varias cosas, pero escogí la menos mala): desayunar, respondí con mi cazallera voz.
He de decir que de primeras el stand me decepcionó un poco...quizá porque yo esperaba un manjar de dioses, y me encontré un breakfast demasiado frugal. Debe ser la nueva campaña de NH para erradicar la obesidad, me refiero al incluir miles de piezas de frutas y no miles de grasientos trozos de matanza porcina. El caso es que al sentarme (previa adquisición del diario ABC, no me pregunteis por qué) vi una cartita muy suculenta donde encontrabas diversas pastillas para el colesterol, esto es, huevos fritos con chorizo, huevos fritos con txistorra, huevos revueltos, magras con tomate...
Escogí la menos mala una vez más (huevos con chorizo) y mientras me lo traían empecé a degustar la sección salada: embutidos varios, sandwiches calentitos, tortilla de patata...Un poquito de todo como siempre y a comer. Me dije, coño vamos a ser sanos, zumito de naranja para limpiar el lunch de la noche anterior (de lo más variado también). Siempre atentos, los anfitriones venían con jarras para servirme el cafecito. Lo degusté con gusto, a sabiendas que era la droga que necesitaba para aguantar una nueva jornada maratoniana.
Tras engullir los huevos, saborear la tortilla y deleitarme con los dulces (buenas tartas, pero poca bollería tradicional. Muy pijo todo), y tras repetir una vez más, saqué mi cartera y fui directo a la caja, no sin antes agradecer al majísimo camarero los servicios prestados. En ese momento pensé, joder igual es caro e. Pero daban igual los 15 euros que me cascaron por desayunar. Me pareció poco por tanto combustible. Y así fue todo, creo que el encargado no se cató de mi trasnochada agonía, y pensó que debía ser uno de estos nuevos yuppies.
Y ahora os preguntareis, dónde lo guarda todo? ayyy ....tengo mis secretillos.
Saludos
Cristian